Estado Confesional, Neutro o Tolerante

Finalmente el polémico artículo 75 de nuestra Carta Magna ha llegado a las instancias legislativas para que sea discutido su, casi previsible, futuro; el cual por logística, tiende a la secularización.
Considero enormemente que se debe hacer un análisis cuidadoso en cuanto a las razones que motivan su cambio y tener aún más cuidado con nuestros pensamientos a priori. Por ello, propongo tres puntos importantes para formular nuestro criterio.


Las cuatro opciones

Existen cuatro opciones que un Estado puede tomar con respecto a su posición a la religión. El teocrático tendrá una religión absoluta y universal, y prohibirá la práctica y adoración a otros credos. Una concepción claramente en contra de los Derechos Humanos.
Las demás opciones no se oponen a los Derechos Humanos. Una de ellas es el Estado neutro o laico, en cuya política estatal no asume ninguna creencia como propia, permitiendo siempre, la libertad de culto a todos sus ciudadanos. Esta última es la propuesta en la Asamblea Legislativa, en contradicción al actual Estado confesional del país, es decir, aquel que posee una religión oficial y tiene la obligación de sostenerla.
Pero hay una cuarta y última opción: ser un Estado tolerante, que a pesar de tener una religión oficial, permitir la libertad de culto y respetar a las personas que no profesan fe alguna, NO tiene el deber de promover un culto determinado, por lo que no habría obligación de destinar impuestos a este credo.


Egoísmo secularizante

Es importante tomar en cuenta que varios de los promotores de un Estado neutral son de posiciones anticatólicas y egoístas. Muchos cristianos no católicos se complacerían de gran manera, que dicha ley se aboliera, pues a ellos ni les beneficia ni les perjudica, pero si se deleitarían con ello, ya que ven a la comunidad católica como una gran multitud idólatra. No hay que negarlo, si yo mismo fuera un protestante pentecostal empedernido me fascinaría la idea de que mi país “dejara de ser católico”.
Otros muchos se oponen al Estado confesional por la ignorante sinrazón de creer que se impone el catolicismo en el país, y sólo andan repitiendo lo que escuchan a otros hablar. Se debe tener una posición crítica pues no todos tendrán argumentos de peso o buenas intenciones para apoyar la iniciativa de un Estado neutro.


Norte a seguir

Mantener una Nación de carácter confesional, o en su variante, uno tolerante, le trae al país un beneficio especial, y es marcar un norte a seguir. Dado que aproximadamente un 90% de la población se profesa cristiana, hay que tener claro que ninguna otra iglesia entre los cristianos, tiene tal estabilidad como la Iglesia Católica, pues institucionalmente hablando, tiene más de dos mil años de haber sido fundada, manteniendo su doctrina y fe invariada a través de siglos. Tiene cimientos fuertes, con doctrinas que no cambian de la noche a la mañana. En términos legales, da seguridad jurídica en cuanto sabemos a que atenernos, pues la Constitución Política en su artículo 74 nos otorga derechos que no están contemplados taxativamente dentro de nuestro ordenamiento jurídico, si son principios promulgados por la Doctrina Social de la Iglesia. Sin el art. 75, sin este Norte establecido, el art. 74 pierde su fundamento. Piénsese en la nueva encíclica de Benedicto XVI que incorpora novedosos elementos a la Doctrina Social; en ausencia del art. 75 serían menos posibilidades de derechos pues no hay referencia establecida a que principio cristiano atenerse entre varias denominaciones.


Conclusión

Cualquier tipo de Estado, sea neutral, tolerante o confesional, otorgan ciertos beneficios. Lo importante es discernir nuestro propio criterio y cuidarnos de argumentos sin contenido. Al final no importa que suceda, el católico puede mantener su frente en alto por la promesa hecha por Jesucristo al fundar su Iglesia, que ni las fuerzas del infierno podrán hacerla caer.

Mariano O. Murillo Cedeño
Miércoles 9 de setiembre de 2009

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