2 Corintios 11, 25

Tres veces fui azotado con varas; una vez lapidado*; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en alta mar.
Tomado de: Biblia de Jerusalén.

Muchos cristianos hablan de un Dios de la prosperidad. Dicen que Él nos quiere dar un mejor trabajo, salario, pertenencias, entre otras cosas. Ciertamente el Señor no se opone a la posesión material, pero es anticristiano pensar que Dios es un Dios que prospera con riquezas. Afirmamos esto con dos razones. Primero, el cristianismo es un camino a la cruz. Segundo, antes se creía que la salud y el dinero eran regalos que Dios daba a los hombres conforme a su voluntad, pero Jesús desmiente esto (Mt 19, 23-26). Hoy debemos ser claros, el camino de la felicidad es la entrega a Dios. Sólo en Él hallaremos tanta alegría para levantarnos a pesar de las duras pruebas en la vida. No es fácil y nunca lo será. Pero vale la pena la lucha con un Dios que da tantas fuerzas.

* Lapidado: significa que fue condenado a morir apedreado.

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