San Agustín

Si al final de la jornada Dios no puede felicitarte por brillante vencedor, que al menos pueda aplaudirte por valiente luchador.
Tomado del libro: Pureza o Castidad (P. Eliécer Sálesman).

Cada día hay luchas, y en cada lucha solamente pueden ocurrir dos cosas, que hayamos sido derrotados o hayamos salido victoriosos. No existen vencedores a medias, pues si no vencemos en todo, significa que aún nos quedan cosas por superar. Y estas cosas a veces nos llegan a amargar la vida. Situaciones donde siempre perdemos a pesar de nuestros firmes esfuerzos, pero es en estas derrotas donde san Agustín con su gran sabiduría nos dice que NO importan las caídas, sino que mantengamos el tenaz espíritu de un luchador. Ser luchador no significa conformarnos con un esfuercito, al contrario, es descubrir que al final de cada prueba hay grandes fortunas, es tener la convicción de que combatimos por tener una mejor vida. ¡No decaigamos!

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